Hace quince años por un problema familiar, Mayte se vio en
la necesidad de aprender un oficio para poder ganarse la vida y ser
autosuficiente.
Cuando tenía 16 años, su madre
sospechaba que andaba en malos pasos y que muy probablemente ya tenia novio y pensaba fugarse con él,
todo esto debido a que tenía muchos amigos y la visitaban, cuando su madre la cuestiono y quiso saber lo que sucedía, Mayte le
dijo que ella no andaba haciendo nada malo, pero su madre no le creyó y quiso
sacarle la verdad a punta de
cinturonazos, por eso Mayte se fugó de la casa para evitar que su madre la
azotara con el cinturón.
Cuando se vio en la calle sola y
sin dinero, una amiga le dijo que no se preocupara, que no estaba sola, que
ella se encargaría de ayudarla para que aprendiera el oficio que ella hacía, el
cual consistía en hacer transitas en la playa. De esa manera Mayte podría ganar
dinero y así sobrevivir alejada de su hogar, y fue así que aprendió el oficio
de hacer trenzas.
Es por eso que desde hace más de
15 años que Mayte se dedica a trenzar a los turistas que visitan las playas de Acapulco.
Aunque no en todas las playas trabaja, solo en el parque de la Reina, y las
playas aledañas a él. Porque como dice ella misma, este oficio está muy
saturado y cada trenzadora cuida su territorio celosamente para evitar que les
ganen los pocos clientes que se animan a contratar el servicio de trenzado. En temporadas
bajas, cuando casi no hay turismo, se dedica a elaborar postres como, yogur con
gelatina, entre otros, para vender y de esa manera mantener a sus hijos.
Las trenzas las tiene que hacer
en menos de 15 minutos, porque los clientes se desesperan y luego se molestan
cuando se tardan, únicamente cuando el pelo es abundante y largo, se tardan una
hora, pero se le advierte al cliente para que no se desespere y los deje terminar
su trabajo.
A veces los clientes no obstante
de haber acordado el precio, cuando ven terminado el trabajo, no quieren pagar
el precio acordado previamente, y muchas veces para no discutir con ellos
terminan recibiendo menos de lo acordado. Otros de los inconvenientes es cuando
una vez terminado el trenzado, el cliente les dice que no les gusta porque están
muy gruesas las trenzas y tienen que deshacer todo y volver a hacerlo para que
quede satisfecho.
Algunos clientes quedan tan
satisfechos, que cuando regresan al puerto, le llaman por teléfono o la buscan
en los lugares donde acostumbra andar para que las vuelva a trenzar, y eso la
llena de orgullo, porque se da cuenta que su trabajo es valorado por sus
clientes.
Trenzando a una cliente en menos de quince minutos.
Mostrando otros diseños hechos a mano, que además pueden servir como colgantes del celular. |